Joaquín Sabina

Menos dos alas


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González era un ángel menos dos alas,
González era un santo por lo civil,
un dandi con un ojo a la funerala
tan rojo, tan Oviedo y tan zascandil.

Hilaba en los garitos de mala nota
boleros de Machín con Juanín de Mieres,
apurando esos güisquis en los que flotan
la luna de las golfas y los crupieres.

Cuando volvía del extranjero
tan forastero, a las dos no era de día,
a las seis ya era de noche.
¡Pídame un coche, fumando espero!
Y le aplaudían los camareros.


Otoños y otras luces, pan con verbena
su príncipe de Gales, tan Cortefiel,
tratado de urbanismo, Juan de Mairena,
chiclana, magdalena, tinta y papel.

Verde por la vergüenza que no tenía,
hasta ayudó a Caronte a quemar sus naves.
Decía que morirse no era tan grave
y agonizó en voz baja por cortesía.


Autor(es): Joaquín Sabina, Benjamín Prado, Pancho Varona, Antonio García de Diego