Carles Dénia

Guajira


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En un potrerito entré,
me encontré con una indiana
que se llamaba Juliana,
el apellido, yo no lo sé.

Yo mi caballo solté,
las buenas tardes le di.
Yo le dije: Vengo acá,
vengo buscando unos bueyes.
Y me contestó: ¡mameyes!,
usté a quien busca es a mí.

Me gusta por la mañana,
después del café bebío,
pasearme por La Habana
con mi cigarro encendío.

Luego me siento en mi silla,
en mi silla o silletón,
y me compro un papelote
de esos que llaman diario,
que parezco un millonario
rico de la población.
Aquí la malanga crece,
rico manjar suculento,
y al rumor del blando viento
la rica caña se mece.

El ajonjolí parece
rica alfombra peregrina
y el mamey que se reclina
en la enramada que toca
es dulce como la boca
de mi Angélica Rufina.

Quiero platicar contigo
debajo de un cocotero
para que tú sepas, linda,
trigueña mía, cuánto te quiero.


Autor(es): Popular andaluza