Albert Pla

Tatuaje


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Él vino en un barco
de nombre extranjero
lo encontré en el puerto
un anochecer,
cuando el blanco faro
sobre los veleros
su beso de plata
dejaba caer.

Era hermoso y rubio como la cerveza,
el pecho tatuado con un corazón,
en su voz amarga
había la tristeza
doliente y cansada
del acordeón.

Y ante dos copas de aguardiente,
sobre el manchado mostrador,
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor.

"Mira mi brazo tatuado
con este nombre de mujer;
es el recuerdo de un pasado
que nunca más ha de volver.
Ella me quiso y me ha olvidado,
en cambio yo no la olvidé
y para siempre voy marcado
con este nombre de mujer".


Él se fue una tarde,
con rumbo ignorado,
en el mismo barco
que lo trajo a mí
pero entre mis labios
se dejó olvidado
un beso de amante
que yo le pedí.

Errante lo busco por todos los puertos
a los marineros pregunto por él
y nadie me dice
si está vivo o muerto,
y sigo en mi duda,
buscándolo fiel.

Y voy sangrando lentamente
de mostrador en mostrador
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga mi dolor.

Mira tu nombre tatuado
en la caricia de mi piel
a fuego lento lo he grabado,
y para siempre iré con él.
Quizá ya tú me has olvidado,
en cambio yo no te olvidé
hasta que no te haya encontrado
sin descansar te buscaré.


Escúchame, Marinero,
y dime: ¿qué sabes de él?
era gallardo y altanero
y era más rubio que la miel.
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel
si te lo encuentras, Marinero,
dile que yo muero por él.


* Carlos Cano canta la segunda parte de la canción en tercera persona:
Él se fue una tarde, con rumbo ignorado,
en el mismo barco que la conoció
pero entre sus labios, se dejó olvidado,
el beso de amante, que la envenenó.

Errante lo busca por todos los puertos,
a los marineros pregunta por él,
y nadie le dice, si está vivo o muerto
y sigue en su duda buscándolo fiel.

Y va sangrando lentamente
de mostrador en mostrador,
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga su dolor.

Mira tu nombre tatuado
en la caricia de mi piel,
a fuego lento lo he marcado
y para siempre iré con él.

Quizá ya tú me has olvidado
en cambio, yo no te olvidé,
y hasta que no te haya encontrado
sin descansar te buscaré.


Autor(es): Xandro Valerio, Rafael de León, Manuel Quiroga

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