Nicomedes Santa Cruz

El café


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Tengo tu mismo color
y tu misma procedencia,
somos aroma y esencia
y amargo es nuestro sabor.
Tú viajaste a Nueva York
con visa de Zimbambué,
yo mi Trópico crucé
de Abisinia a las Antillas.
Soy como ustedes semillas.
Soy un grano de café.

En los tiempos coloniales
tú me viste en la espesura
con mi liana a la cintura
y mis arbóreos timbales.
Compañero de mis males,
yo mismo te trasplanté.
Surgiste y yo progresé:
en los mejores hoteles
te dijeron ¡qué bien hueles!
Y yo asentí «¡uí, mesié!».

Tú de porcelana fina,
cigarro puro y cognac;
yo de smoking, yo de frack,
yo recibiendo propina.
Tú a la Bolsa, yo a la ruina;
tú subiste, yo bajé…
En los muelles te encontré,
vi que te echaban al mar
y ni lo pude evitar
ni a las aguas me arrojé.

Y conocimos al Peón
con su «café carretero»,
y hablando con el Obrero
recorrimos la nación.
Se habló de revolución
entre sorbos de café:
cogí el machete… dudé,
¡tú me infundiste valor
y a sangre y fuego y sudor
mi libertad conquisté…!

Después vimos al Poeta:
lejano, meditabundo,
queriendo arreglar el mundo
con una sola cuarteta.
Yo, convertido en peseta,
hasta sus plantas rodé:
¡qué ojos los que iluminé,
qué trilogía formamos
los pobres que limosneamos,
el Poeta y su café…!

Tengo tu mismo color
y tu misma procedencia,
somos aroma y esencia
y amargo es nuestro sabor…
¡Vamos, hermanos, valor,
el café nos pide fe;
y Changó y Ochún y Agüé *
piden un grito que vibre
por nuestra América libre,
libre como su café!


Versión de Cumanana.

* En la versión de Canto negro: «y Changó y Ochún y Ekué»

En la versión de Canto negro al final cantan el saludo de Obatalá: «¡Jécua Babá!»


Autor(es): Nicomedes Santa Cruz

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