Vicente Fernández

A Mi Nieto


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Cuando puedas leer este mensaje
Es posible que yo ya me haya ido
Pero me habré llevado en ese viaje el brillo de tus ojos
Y el sonido de tu inocente voz como equipaje

Yo soy aquel que te intuyó
El primero
El que al verte nacer cambió de estado
El que con chaparreras y sombrero
Va montando el caballo colorado
De la pintura grande del sillero

No es gesto de altanera bizarría
Si clavo mi mirada en lontananza
Es tan solo una llama de alegría
Porque antes de morir llegará el día
De revivir con sangre mi esperanza

Esa sangre es la mía
La heredada del padre de mi padre y de su abuelo
Sencilla estirpe que jamás manchada
Supo mirar la vida sin recelo
Y hoy comienza en ti nueva jornada

No busques ni oro o plata en mi escarcela
Lo que heredé
En tu manita cabe
Te dejo algo mejor
La dulce y suave hombría de bien que me formó en su escuela
Y mantendrá mi vida
Hasta que acabe

Cuando puedas usar mis chaparreras
Cuando te queden justas mis arciones
Cuando mi espuela fija en tus talones
Marque el compás en tardes domingueras
De un jarabe con giros retozones

Cuando en tu joven labio apunte el bozo
Domines el vigor de un cuaco entero
Y entres como señor al coleadero
Y rubores se esconda algún rebozo
Porque te vieron bravo y caballero

Entonces
Solo entonces
De mis sillas podrás seleccionar la que te guste
No pienses en bordados ni en hebillas
A la hora de elegir
Escoge el fuste que puedas dominar con tus canillas

Un charro
Un charro es al nacer un caballero
Ante el mundo que envidia su figura
Ha de llevar seguro y no altanero
En la silla un machete, fino acero
Y la mejor pistola en su cintura

Uno y otra, no deben ser motivos para sentirte fuerte y dominante
Si eres fuerte
Sé humilde, no agresivo
Si buscas amistad, sé comprensivo
Si sabes dominar, sé tolerante

Austreberto Aragón, viejo espadero
En su rústica fragua de Antequera
Templó las hojas y gravó el letrero de todos mis machetes
Con cualquiera podrás formar un círculo de acero
Imítalos
Mañana sé como ellos
Limpio, resplandeciente en la contienda
Encegueciendo el mal con tus destellos
No doblándote nunca frente a ellos
Y no hiriendo sin causa que te ofenda

Y cuando mi pistola esté en tus manos
No la saques sin causa ni razones
Está limpia de sangre
En ocasiones es mejor despreciar a los enanos
Que enterrar en su tumba sus baldones

Yo
Yo ya no lo veré
Pero es mi anhelo
Que en fiesta nacional, como es costumbre
Con tu mirada retadora al cielo
Vibre al verte pasar la muchedumbre
Cabalgando en la silla de tu abuelo


Autor(es): Delfin Sanchez Juarez