Florentino y el Diablo (cantado)


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(EL DIABLO)
Catire quitapesares, contéstame esta pregunta:
¿Cuál es el gallo que siempre lleva ventaja en la lucha
y aunque le den en el pico tiene picada segura?

(FLORENTINO)
Tiene picada segura el gallo que se rebate y no se atraviesa nunca,
bueno si tira del pie, mejor si pica en la pluma.

(EL DIABLO)
Mejor si pica en la pluma.
Si sabe tanto de todo,
diga cuál es la república
donde el tesoro es botín
sin dificultad ninguna.

(FLORENTINO)
Sin dificultad ninguna.
La colmena en el papayo
que es palo de blanda pulpa:
el que no carga machete
saca la miel con las uñas.

(EL DIABLO)
Saca la miel con las uñas.
Contésteme la tercera,
si respondió la segunda,
y diga, si anduvo tanta
sabana sin sol ni luna,
quién es el que bebe arena
en la noche más oscura.

(FLORENTINO)
En la noche más oscura,
no quiero ocultar mi sombra
ni me espanto de la suya.
Lo malo no es el lanzazo
sino quien no lo retruca;
tiene que beber arena
el que no bebe agua nunca.

(EL DIABLO)
El que no bebe agua nunca.
Así cualquiera responde
barajando la pregunta.
Si sabe, dé su razón,
y si no, no dé ninguna:
¿Quién mitiga el fuego amargo
en jagüey de arena pura,
quién mata la sed sin agua
en la soledad profunda?

(FLORENTINO)
En la soledad profunda.
El pecho del medanal,
el romance que lo arrulla,
la conseja que lo abisma,
el ánima que lo cruza,
la noche que lo encobija,
el soplo que lo desnuda,
la palma que lo custodia,
el lucero que lo alumbra.
¿Qué culpa tengo, señores,
si me encuentra el que me busca?

(EL DIABLO)
Si me encuentra el que me busca
el susto lo descarea.
Falta un cuarto pa’ la una
cuando el candil parpadea,
cuando el espanto sin rumbo
con su dolor sabanea,
cuando Florentino calla
es que se le va la idea,
cuando canta la pavita,
cuando el gallo menudea.

(FLORENTINO)
Cuando el gallo menudea
la garganta se me afina
y el juicio se me clarea.
Yo soy como el espinito
que en la sabana florea:
le doy aroma al que pasa
y espino al que me menea.

(EL DIABLO)
Y espino al que me menea.
No le envidio al espinito
las galas de que alardea:
cuando la candela pasa
la pata se le negrea.
Con plumaje y bulla de ala
no se cobra la pelea.
Vaya poniéndose alante
pa’ que en lo oscuro me vea.

(FLORENTINO)
Pa’ que en lo oscuro me vea.
Amigo, no arrime tanto
que el bicho se le chasea.
Atrás y alante es lo mismo
pa’l que no carga manea.
El que va atrás ve pa’lante
y el que va alante voltea.

(EL DIABLO)
Y el que va alante voltea
al contemplar lo que sube
borrando lo que verdea:
en invierno el aguazal,
en verano la humareda.
Me gusta cantar al raso
de noche cuando ventea,
porque así es cuando se sabe
quién mejor contrapuntea.

(FLORENTINO)
Quien mejor contrapuntea
hace sus tratos de día
y trabaja por tarea.
¡Póngame ese trompo en la uña
a ver si taratatea!
Ni que yo fuera lechuza
en campanario de aldea
para cantar en lo oscuro
con esta noche tan fea.

(EL DIABLO)
Con esta noche tan fea,
una cosa piensa el burro
y otra el que arriba lo arrea.
Ay… Catire Florentino,
escuche a quien lo previene:
dele tregua a la porfia
pa’ que tome y se serene
si no quiere que le falle
la voz cuando se condene.

(FLORENTINO)
La voz cuando se condene.
Mientras el cuatro me afine
y las maracas resuenen,
ni hay espuelas que me apuren
ni bozal que me sofrene,
ni quien me obligue a beber
en tapara que otro llene.
Coplero que canta y toca
su justa ventaja tiene:
toca cuando le da gana,
canta cuando le conviene.

(EL DIABLO)
Canta cuando le conviene…
Si su destino es porfiar
aunque llueva o aunque truene
le voy a participar…
Amigo, que en este duelo
yo no le vengo a brindar
miel de ariscas con buñuelo.
Si se pone malicioso
no me extraña su recelo,
que al que lo mordió macagua
bejuco le para el pelo.

(FLORENTINO)
Bejuco le para el pelo.
Contra un giro atravesao,
yo a mi pollo ni lo amuelo.
Entre cantadores canto,
entre machos me rebelo,
entre mujeres me sobra
muselina y terciopelo,
cuando una me dice adiós
a otra le pido consuelo.
Desde cuando yo volaba
paraparas del rayuelo
vide con la noche oscura
la Cruz de Mayo en el cielo.

(EL DIABLO)
La Cruz de Mayo en el cielo.
A mí no me asustan sombras
ni con luces me desvelo:
en el sol soy gavilán,
en la oscuridad mochuelo,
familia de alcaraván
canto mejor cuando vuelo;
también como la goabina
si me agarra me le pelo,
también soy caimán cebao
que en boca ’e caño lo velo.

(FLORENTINO)
Que en boca ’e caño lo velo.
Me acordé de aquel corrido
que me lo enseñó mi abuelo.
Velando al que nunca pasa
el vivo se quedó lelo,
para caimán, el arpón,
para goabina, el anzuelo,
patiquín que estriba corto
no corre caballo en pelo.
¿Con qué se seca la cara
el que no carga pañuelo?
¿Pa’ qué se limpian las patas
el que va a dormí en el suelo?

(EL DIABLO)
El que va a dormí en el suelo
pega en la tierra el oído:
si tiene el sueño liviano
nunca lo matan dormido.
Los gallos están cantando,
escúchale los cantíos.
Los perros están aullando,
recuerda lo convenido,
zamuros de La Barrosa
del alcornocal del frío,
albricias pido, señores,
que ya Florentino es mío.

(FLORENTINO)
Que ya Florentino es mío.
Ñengueres de banco seco,
taro-taros del pionío,
si usté dice que soy suyo
será que me le he vendido,
si me le vendí me paga
porque yo a nadie le fío.
Yo no soy rancho ‘e veguero
que le mete el agua el río.
Yo no soy pájaro bobo
pa’ andar calentando nido.

(EL DIABLO)
Pa’ andar calentando nido.
No sé si es pájaro bobo
pero va por su rendío
con la fatiga del remo
en el golpe mal medido;
en la orilla del silencio
se le añudará el tañido
cuando yo mande a parar
al trueno y al desafío.

(FLORENTINO)
Al trueno y al desafío…
Me gusta escuchar el rayo
aunque me deje aturdido;
me gusta correr chubasco
si el viento lleva tronío.
Águilas sobre la quema,
reto del toro bravío,
cuando esas voces me llaman
siempre les he respondido.
Cómo me puede callar,
coplero recién vestido.

(EL DIABLO)
Coplero recién vestido…
Mano a mano y pecho a pecho
ando atizándome el brío
con el fuego del romance
que es don de mis señoríos.
Relámpagos me alumbraron
desde el horizonte ardío
nariceando cimarrones
y sangrando a los rendíos
con la punta ’e mi puñal
que duele y da escalofrío.

(FLORENTINO)
Que duele y da escalofrío…
Dame campo, pensamiento,
y dame rienda, albedrío,
pa’ enseñarle al que no sabe
a rematar un corrío.
Cimarrones hay que verlos,
pero a usted no le porfío;
puñal, sáquelo si quiere
a ver si responde el mío.
Duele lo que se perdió
cuando no se ha defendido.

(EL DIABLO)
Cuando no se ha defendido
lo que se perdió no importa
si está de pie el vencido
porque el orgullo indomable
vale más que el bien perdío.
Por eso es que me lo llevo
con la nada por avío
en bongo de veinte varas
que tiene un golpe sombrío.
Y vuelvo a cambiarle el pie
pa’ ver si topa el atajo.

(FLORENTINO)
A ver si topa el atajo.
Cuando se fajan, me gusta,
porque yo también me fajo.
Zamuros de La Barrosa
del alcornocal de abajo:
ahora verán, señores,
al Diablo pasar trabajo.

(EL DIABLO)
Al Diablo pasar trabajo.
No mienta quien no conoce
ni finja ese desparpajo.
Mire que por esta tierra
no es primera vez que viajo,
y aquí saben los señores
que cuando la punta encajo
al mismo limón chiquito
me lo chupo gajo a gajo.

(FLORENTINO)
Me lo chupo gajo a gajo.
Usté que se alza el copete
y yo que se lo rebajo.
No se asusten, compañeros,
déjenlo, que yo lo atajo,
déjenlo, que para golpes,
yo sabré si lo barajo;
déjenlo, que suelte el bongo
y que se vaya agua abajo;
antes que Dios amanezca
se lo lleve quien lo trajo;
alante el caballo fino,
atrás el burro marrajo.
Quién ha visto dorodoro
cantando con arrendajo.
Si me cambió el consonante,
yo se lo puedo cambiar.

(EL DIABLO)
Yo se lo puedo cambiar…
Los graves y los agudos
a mí lo mismo me dan,
porque yo he hecho mi destino
sobre el nunca y el jamás.
Ay… Catire Florentino,
cantor de pecho cabal,
qué tenebroso el camino
que nunca desandará,
sin alante, sin arriba,
sin orilla, sin atrás.
Ya no valen sus baquías,
su fe ni su facultad,
catire quitapesares
arrendajo y turpial.

(FLORENTINO)
Arrendajo y turpial.
De andar solo esa vereda
los pies se le han de secar,
y se le hará más profunda
la mala arruga en la faz,
porque mientras llano y cielo
me den de luz su caudal,
mientras la voz se me escuche
por sobre la tempestad,
yo soy quien marco mi rumbo
con el timón del cantar.
Y si al dicho pido ayuda
aplíquese esta verdad:
que no manda marinero
donde manda capitán.

(EL DIABLO)
Donde manda capitán…
Usted es vela caída,
yo altivo son de la mar.
Ceniza será su voz,
rescoldos de muerte afán,
sed será su última huella,
náufrago en el arenal,
humo serán sus caminos,
piedra sus sueños serán,
carbón será su recuerdo,
lo negro en la eternidad,
para que no me responda
ni se me resista más.
Capitán de las tinieblas
es quien lo viene a buscar.

(FLORENTINO)
Es quien lo viene a buscar.
Mucho gusto en conocerlo
tengo, señor Satanás.
Zamuros de La Barrosa
salgan del arcornocal,
que al Diablo lo agarró el día
queriéndome atropellar.
Sácame de aquí con Dios,
Virgen de la Soledad,
Virgen del Carmen bendita,
sagrada Virgen del Real,
tierna Virgen del Socorro,
dulce Virgen de la Paz,
Virgen de la Coromoto,
Virgen de Chiquinquirá,
piadosa Virgen del Valle,
santa Virgen del Pilar,
Fiel Madre de los Dolores,
dame el fulgor que tú das.
San Miguel, dame tu escudo,
tu rejón y tu puñal,
Niño de Atocha bendito,
Santísima Trinidad.

(¡Y en compases de silencio
negro bongo que echa a andar.
Salud, señores, y el alba
bebiendo en el paso real!).


Versión de Los Olimareños.


Autor(es): Alberto Arvelo Torrealba

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