Y la lluvia seguía cayendo en la ciudad


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Una sed infinita nos acercó en la noche
y una pasión suprema pobló la soledad.
Cada beso quemó un más débil reproche
y la lluvia seguía cayendo en la ciudad.

Mi mano desnudó tu cuerpo sugerente
y te miré perfecta en la infiel claridad.
Florecía el deseo como la selva ardiente
y la lluvia seguía cayendo en la ciudad.

Mis manos fueron lentas al ceñir tus caderas
al tenerte en mis brazos tembló la eternidad.
Eras como el aroma de veinte primaveras
y la lluvia seguía cayendo en la ciudad.

Como el que a tanta dicha aún no se acostumbra
tu flor de amor fue mía y tuya mi ansiedad.
Eras como una aurora de amor en la penumbra
y la lluvia seguía cayendo en la ciudad.


Autor(es): Alberto Baeza Flores, Víctor Manuel San José