Alberto Pérez

La oveja negra


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La oveja negra de la familia
mató al lorito con perejil,
destrozó el piano de tía Cecilia,
saltó la cerca, dejó el redil.

La oveja negra ya se ha juntado
a otras ovejas negras como él.
Como no hay hierba fresca en el prado
comen coronas de laurel.

Pero el laurel que es extraordinario
de condimento para guisar,
a palo seco, por el contrario,
deja bastante que desear.

La oveja negra cogió un buen día
y se largó sin decir ni mu,
avergonzada al saber que huía
porque encontraba pobre el menú.

La oveja negra vendió su lana
asegurando que era astrakán:
el mercachifle, la gran fulana
se hizo más rico que el Aga Khan.

Y su familia toda se alegra
al verla gorda del buen comer
y ella recuerda su lana negra
que nunca más volverá a crecer.


Autor(es): Javier Krahe, Alberto Pérez