Nunca se achican los males


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Nunca se achican los males,
van poco a poco creciendo,
y ansina me vide pronto
obligao a andar juyendo.

No tenía mujer ni rancho
y a más, era resertor;
no tenía una prenda güena
ni un peso en el tirador

Como nunca, en la ocasión
por peliar me dio la tranca.
Y la emprendí con un negro
que trujo una negra en ancas

Al ver llegar la morena,
que no hacía caso de naides,
le dije con la mamúa:
va-ca-yendo gente al baile

La negra entendió la cosa
y no tardó en contestarme,
mirándome como a perro:
más vaca será su madre.

Y dentró al baile muy tiesa
con más cola que una zorra,
haciendo blanquiar los dientes
lo mesmo que mazamorra.

!Negra linda!- Dije yo.
Me gusta- pa la carona;
y me puse a champurriar
esta coplita fregona:

II
Había estao juntando rabia
el moreno dende ajuera;
en lo oscuro le brillaban
los ojos como linterna.

Y ya se me vino al humo
como a buscarme la hebra,
y un golpe le acomodé
con el porrón de ginebra

No hay cosa como el peligro
pa refrescar un mamao;
hasta la vista se aclara
por mucho que haiga chupao

En esto la negra vino
con los ojos como ají
y empezó la pobre allí
a bramar como una loba.

Limpié el facón en los pastos,
desaté mi redomón,
monté despacio y salí
al tranco pa el cañadón.

Después supe que al finao
ni siquiera lo velaron,
y retobao en un cuero,
sin rezarle lo enterraron

Y dicen que dende entonces,
cuando es la noche serena
suele verse una luz mala
como de alma que anda en pena


Autor(es): Cuti, Roberto Carabajal