Se puede


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La Clementina ilumina
la callecita a su paso
las flores de su cabello
huelen igual que en el campo.

Cruzando toda la villa
se va mirando en los charcos
entre las piedras peligra
el equilibrio en sus tacos.

Como si fuera de lata
la luna entre los guijarros
delante de ella ilumina
la callecita doblando.

En una de esas esquinas
la espera el Juan con un ramo
de florecitas celestes
que huelen como en el campo.

¡Ay! Qué difícil parece
a veces seguir soñando
con una casita blanca
que tenga el sol en el patio.

Los dos vinieron de lejos
y tantas cosas dejaron
para intentar que ese sueño
sea verdad con trabajo.

La Clementina se enciende
como un farol en el campo
cuando se encuentra con Juan
y él le regala su ramo.

Siente que tocan el cielo
cuando se tocan sus manos
entre las flores celestes
que huelen como en el campo.

Y entonces sabe por qué
se puede seguir soñando
se puede, se puede
se puede, se debe
se debe, se debe
se debe, se puede.


Autor(es): Teresa Parodi