Tangos

El hueso de los vinos


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Estaba entre la noche de tus ojos
gritándole a una luna hecha de trapos,
sentado en la inclemencia de tu risa
que aullaba en la mitad de mis pedazos.
La pena no regresa porque quiere
sino porque la empuja lo perdido,
del fondo de las calles conocidas
regresa como un sol desde el olvido.

Por largos bodegones de humo negro
se endeudan los caprichos de mi sangre
y cuelgo sobre el aire cicatrices
que seca el viento quieto de la tarde.
Los labios del amor se van gastando
de tanto andar de luto en la miseria
y el ángel de los vinos se deshace
llameando con las alas mi tristeza.

En medio del incendio de la noche
la mano del cansancio me demora
soltando sus caballos de neblina
que trotan la llanura de mi sombra.
Y ahora que en las mesas van pasando
el trapo que se lleva lo imposible:
las migas de un amor desesperado,
el polvo de los huesos de los tristes.


Autor(es): Mariano Pini, Marisa Vázquez