Tangos

Incomparable


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Cuando ruegas a Dios por tus penas,
por qué te olvidas de las penas mías.
Yo recuerdo a mi madre que, sufriendo,
rogaba a Dios por mí, ¡ay! mientras sufría.

Fue distinto el amor de mi padre,
inolvidable, madrecita mía.
Sin embargo, ya ves, nunca me dijo,
como dijiste tú, ¡ay! que me quería.

Es inútil, se busca y no se puede,
encontrar el amor que la compare.
Ella da sin pedir y, cuando muere,
le va a rogar a Dios, ¡ay! que nos ampare.

Pero tú, al igual que muchas otros,
en su afán de subir no ve quien cae,
y por eso te pido nunca nombres,
ni compares tu amor al de mi madre.


Autor(es): Manuel Barros, Ángel Cabral