Tangos

Responso para un hombre gris


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Gira el ventilador
su rosa trastornada.
Corazón de usina.
Sopla ausencia de sol
y tufo de papel.
Destino de oficina

Gira lento el reloj
sus brazos de fantasma.
Y un gran ojo, mira...
No hay tiempo de soñar.
El cielo allí no está.
Allí, no va la vida...

Allí don Luis
gastó de a poco
su mirada gris.
La muerte fue un desliz
en su rutina.

Que nunca dijo no.
Que en nada se metió.
Su juventud, su sol,
ya estaban apagados.
Don Luis se fue,
lo lloran en papel,
lo sellan, ya no es
ese muñeco fiel.
Tan pobre y gris.
Lo archivan en su ley.
Y todo sigue en pie.
La muerte dentro de él...

Pobre don Luis.
Su muerte es una
sola cicatriz.
Y muerto llega al fin
y el fin lo alcanza.
Dicen que Luis gastó
su humana condición,
sólo dejó un montón
de lástima y de nada.

Don Luis se fue,
lo lloran en papel,
lo sellan, ya no es
ese muñeco fiel.
De qué valió
dar todo el Luis allí.
Quemarse así tan Luis.
Al fin... ¿de qué valió?


Autor(es): Héctor Negro, Osvaldo Avena