Tangos

Poema número dos (El jubilado)


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Fue un viento de vigilia el que lo trajo.
Quedó varado en un rincón del feca.
Le habían afanado hasta la bronca.
Lo habían revoleado y salió ceca.

¡Cómo no habría de quedar pagando
en actitud entre siniestra y mansa,
si después de yugar toda una vida
acabó por morfarse la esperanza!

Ya no tiene ilusiones que ponerse.
Su fe la desinflaron de un plumazo
y hoy anda con lo puesto -su esqueleto-,
llevando una cacho'e nada bajo el brazo.


Autor(es): Luis Alposta, Edmundo Rivero