Sara González

Son de la muerte


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Vino a buscarme una amiga
en el medio de una hazaña
vestida con un capote
y portando una guadaña.

Seguro que en un mal día
me he atravesado en su senda.
No señor, pues es que mi nombre
anda apuntado en su agenda.

Le dije: no tenga prisa
que no es un asunto urgente.
Me dijo: está bien, de acuerdo
tú eres mi último cliente.

Y elaborando mi estratagema,
pues yo pensaba en la muerte ajena,
en los pilotos, en los suicidas,
y en lo linda que es la vida.

La muerte y yo conversamos
sobre temas de la vida,
del deporte, la cultura
y de la traición de China.

De la ropa que se lleva,
de los gritos de la moda,
de la pintura moderna,
y hasta de Cristo y Mahoma.

Y ese capote que llevas
y que tanto te incomoda,
te digo de buena mano
que está pasado de moda.

Y sin ese capote de lana
me voy contigo de buena gana,
al paraíso, para el infierno
pa' cualquier cementerio.

Al otro día la muerte
vino vestida de raso
y como buenos amigos
nos dimos un fuerte abrazo.

Ahora sí que te llevo,
me dice muy compungida,
y yo mirando su osamenta
le digo en forma atrevida:

Por avances de la ciencia
en su forma y contenido
de materiales sintéticos
ya se fabrican tejidos.

Y con una pielcita lozana
me voy contigo de buena gana
al paraíso, para el infierno
pa' cualquier cementerio.

Al otro día con sus enaguas
y una piel fresca como la mañana
venía cantando su buenaventura
para dar muestras de su identidad y su saña
aún llevaba en su mano la guadaña.

Cuando la veo, así nomás le digo:
bota esa mierda, que tú no vas a segar trigo
y vámonos andando con el alba.

Cuando llegó cantando inmaculada
y despojada de sus simbolismos
cualquier humano me diría lo mismo:
quiero una muerte con buenos sentimientos
que vista y calce al modo de estos tiempos
para decirle en forma agradecida:

Tú no eres muerte,
tú eres la vida,
tú no eres muerte,
caramba, eres la vida.

Muerte perversa,
estado de coma,
con mi inexperiencia,
te jodí cabrona.


Y te jodí un diez de octubre
y te jodí un dos de enero
y un diecinueve de julio
y te jodo el año entero.

Y mira tú no me digas
que ya no puedes vivir
la del amor intolerable
la que se cree bonita y no lo es.

Llegó la muerte a buscarme
cuando estaba agonizando,
pero me vio tan alegre
que dijo que era jugando.

Espero que cuando vuelvas
ya te hayas tecnificado
pues yo mi tumba la quiero
con aire acondicionado.

Ahora yo te jodí,
un día me joderás por eso,
muerte perversa
ahora andamos en paz.


Autor(es): Frank Delgado

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