El abuelo Vítor


Sentado, en el quicio de la puerta,
el pitillo apagado entre los labios,
con la boina calada y en la mano,
una vara nerviosa de avellano,

que recuerda su frente, limpia y clara.
Quizá la primavera deshojada,
el olor de la pólvora mojada,
o el sabor del carbón mientras picaba.

El abuelo fue picador,
allá en la mina,
y arrancando negro carbón,
quemó su vida.


Se ha sentado, el abuelo en la escalera,
a esperar el tibio sol de madrugada,
la mirada clavada en la montaña,
es su amiga más fiel, nunca le engaña.

Temblorosa, la mano va al bolsillo,
rebuscando el tabaco y su librito,
y al final como siempre murmurando,
que María le esconde su tabaco.


Autor(es): Víctor Manuel San José