La tristecita


Sangre del ceibal
que se vuelve flor:
yo no sé por qué
hoy me hiere más
tu señal de amor.

Zamba quiero oir
al atardecer:
capullo de luz,
que quiere ser sol
y no puede ser.

¡Ay, tristecita,
tristecita igual,
que es llovizna azul
murmurándole
al cañaveral!

El viento la trae,
se la lleva el sol:
sueño en el trigal
y sobre el sauzal,
lamento de amor.

Ya siento llegar
del cerro su voz:
pañuelo ha de ser
y lo he de prender
sobre el corazón.


Autor(es): María Elena Espiro, Ariel Ramírez