¡Ay, triste que vengo!


Ay, triste, que vengo
vencido d'amor
magüera pastor.
Más sano me fuera
no ir al mercado
que no que viniera
tan aquerenciado:
que vengo, cuitado,
vencido d'amor
magüera pastor.
Con vista halaguera
miréla y miróme.
Yo no sé quién era
mas ella agradóme;
y fuese y dexóme
vencido d'amor
magüera pastor.
De ver su presencia
quedá cariñoso,
quedé sin hemencia,
quedé sin reposo,
quedé muy cuidoso,
vencido d'amor
magüera pastor.


Autor(es): Juan del Encina